El primer aniversario de la invasión, que se cumple el viernes, es tan sombrío como exasperante
Kiev. Ucrania.-En las últimas horas antes de la invasión rusa, un último intento de paz. Las tropas rusas no tardarían en cruzar las fronteras ucranianas y los misiles rusos llenarían los cielos, arrebatando vidas ucranianas en el mayor ataque por tierra, mar y aire en Europa desde la II Guerra Mundial. Pero al filo de la guerra, el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, instó una vez más a que prevaleciera la razón.
En un video grabado en plena noche como intento de última hora, Zelenski miró directamente a cámara para pedir que no se produjera la invasión y advirtió a Rusia de que las consecuencias serían “una abundancia de dolor, suciedad, sangre y muerte”.
“La guerra es una enorme calamidad”, dijo Zelenski en lo que resultó ser una de sus últimas apariciones con traje antes de pasarse a la ropa informal de estilo militar. “Esta calamidad conlleva un coste enorme, en todos los sentidos de la palabra”.
Era el 24 de febrero de 2022, un día catastrófico para Ucrania que cambió el rumbo de Rusia y la historia del mundo entero. Desde entonces, cada hora de cada día ha confirmado la verdad en esas palabras.
Como hito, el primer aniversario de la invasión, que se cumple el viernes, es tan sombrío como exasperante. Es un año completo de muerte, destrucción, pérdida y daños que se sienten mucho más allá de las fronteras de Rusia y Ucrania. El impacto en los precios asociado a la guerra es apenas un ejemplo. Pero la fecha también plantea una pregunta poco satisfactoria porque no tiene respuesta todavía: ¿cuánto queda para que esto termine?
“Demasiado” podría ser una respuesta, sin perspectivas de un acuerdo de paz en corto plazo. La invasión rusa inicia su segundo año de matanza y ningún bando está cerca de sus objetivos marcados.
Resulta difícil resumir en palabras la miseria de 365 días de violencia y la escala de las repercusiones globales. Rusia no había estado tan aislada desde la Guerra Fría. Las naciones occidentales se unen para derrotar al presidente de Rusia, Vladímir Putin, y apuestan a que el exespía del KGB no creará un conflicto nuclear. China toma notas con vistas a su disputa con Taiwán.
¿Y cómo medir todas las lágrimas? ¿Cómo describir adecuadamente todo el sufrimiento y las atrocidades? ¿O incluso el corazón roto de apenas uno de los niños que perdieron seres queridos y futuros?
Los números aturden: cientos de miles de hombres rusos escaparon al extranjero para evitar verse arrojados a la batalla, millones de ucranianos desarraigados de sus hogares, decenas de miles de millones de dólares invertidos en armamento que hace la guerra cada vez más letal, billones más de dólares estimados en pérdidas de la economía global. Y ni siquiera esas cifras no hacen justicia a los costes económicos y sociales.
De la cifra de muertos -sin duda la cuenta más importante, pero que ningún bando comparte- todo lo que puede decirse con certeza es que es espantosa. Autoridades occidentales estiman que está en el rango de muchas decenas de miles y crece de forma inexorable.
Pero Ucrania sigue ahí. Tan sólo eso ya es una derrota para el Kremlin. Putin parecía creer que sus fuerzas y servicios secretos habrían convertido Ucrania en un estado marioneta a estas alturas. El plan de invasión incluía liquidar, purgar o persuadir a los funcionarios ucranianos que se resistieran para que colaborasen, según el estudio de un centro de estudios británico basado en parte en documentos rusos incautados.
En lugar de eso, la amenaza de extinción como nación libre ha llevado Ucrania a una órbita aún más cercana a la Unión Europea, Estados Unidos y Occidente en general, precisamente lo que Putin quería evitar. Cada entrega adicional de armas con estándares de la OTAN, los miles de millones de dólares en otras ayudas occidentales y las promesas de apoyo a Ucrania “todo el tiempo que haga falta” son lazos férreos que habrían requerido años en tiempos de paz.
Ucrania, que se independizó de la antigua Unión Soviética apenas en 1991, ha crecido como nación durante la guerra. La lucha por seguir siendo ucraniana ha impuesto la claridad sobre qué significa eso exactamente, definiendo la identidad nacional.
En lo que se han convertido mensajes diarios en video para compartir noticias del frente y subir la moral, Zelenskyy lleva en ocasiones sudaderas negras con capucha con las palabras “Soy ucraniano”. Muchos ucranianos han hecho como el presidente y abandonado el ruso por el ucraniano como primer idioma. Se derriban estatuas rusas, se cambian los nombres de las calles y la historia rusa se saca de los libros de texto.
“Putin hizo algo por nosotros que no había hecho nadie. Nos ayudó a convertirnos en una nación libre”, dijo Olena Sotnyk, abogada y exlegisladora.
AP (con información de Diario Libre)