La educación es la vía más expedita para que el crecimiento se traduzca en mejor productividad y competitividad de las empresas, así como en bienestar social
Por: Mario Méndez
Respecto al impacto que tendrá la inteligencia artificial sobre el empleo y la distribución de ingresos en la República Dominicana, lo que más preocupa no es la velocidad con que se está desarrollando esta tecnología de nueva generación, sino el rezago que tiene el país en crear las condiciones para que sus recursos humanos puedan incorporarse y no queden excluidos del avance tecnológico.
Es tan rápido el avance de la inteligencia artificial y son tan altas las expectativas sobre sus dominios que el informe State of AI in the Enterprise, publicado por Deloitte en 2019, revelaba que 57% de los líderes empresariales a nivel global creía que la IA transformaría su empresa en los próximos tres años.
Para hacer frente a ese proceso, sería mucho pedir que el país se proponga ahora escalar a la cúspide, ocupada según los resultados de las pruebas Pisa por Singapur, pero es crucial que los diferentes sectores de la Nación se pongan de acuerdo en la ejecución de un plan para que saque al país del hoyo en que se encuentra al ocupar uno de los últimos lugares en la región en educación, de manera que en cinco años alcance la posición de Costa Rica y en los cinco años siguientes llegue al nivel de Chile, aunque hay quienes entienden que si bien es cierto que en cinco años un sistema educativo puede lograr avances, harían falta 20 años para cambiar los resultados del sistema educativo, que es algo complejo.
Los resultados de las pruebas Pisa correspondientes a 2023 confirmaron a Chile en la primera posición en América Latina y el Caribe, en lugar 37 de 81 países examinados a nivel mundial. Costa Rica lidera Centroamérica, en la posición 63; mientras que la República Dominicana ocupa la posición 79.
Como cuando las prioridades están claras las decisiones fluyen, para salir de ese hoyo la educación debe ser declarara como la principal prioridad de las políticas públicas y el plan a ser ejecutado debiera contemplar una reforma integral de la educación, que no se limite a la asignación de recursos financieros, sino que abarque el pensum, la sustitución del personal docente que no esté calificado para dar a los estudiantes una formación que le alcance para convivir en un medio dominado por la tecnología de la información, el establecimiento de manera sostenida de un sistema de formación de esos docentes y dar la categoría de tiempo sagrado, que no pueda ser malgastado en luchas por intereses particulares (de estudiantes o profesores).
Y para quienes vean esto como imposible, que hagan suyo el decir de que los desafíos siempre parecen difíciles hasta que se asumen con responsabilidad.
El plan debe ser abordado en sus múltiples variantes sin importar el costo, pues no hay nada que resulte más caro para un país que la falta de educación de su gente, sobre todo en una época en que la inteligencia artificial amenaza con someternos a sus dominios. Es lo que puede detener al país en su desarrollo.
La República Dominicana es uno de los países que más ha crecido en la región en los últimos 50 años, pero también es uno de los que tiene mayor desigualdad, y la educación es la vía más expedita para que el crecimiento se traduzca en mejor productividad y competitividad de las empresas, así como en bienestar para la población.
Para hacer esto posible resulta esencial que el Gobierno, el sector empresarial y las instituciones académicas se pongan de acuerdo en cuáles son las competencias que demanda la economía de esta nueva época y suplirlas, de manera que el país pueda preparar a los niños para su futuro laboral. Hemos perdido tiempo para emprender esa tarea, pero peor sería no empezar ya.
Publicado en el periódico Hoy. 01/02/2024