El apoyo financiero dado por el Gobierno de los Estados Unidos a los hogares de ese país para hacer frente a las consecuencias de la pandemia de COVID-19, combinado con una importante caída del gasto de los consumidores, debido al distanciamiento social relacionado con la salud y al cierre de negocios, produjeron una acumulación de ahorro durante un período de 18 meses comprendido entre el inicio de la recesión pandémica en marzo de 2020 hasta agosto de 2021.
Las estadísticas de la Reserva Federal de San Luis muestran que al empezar el 2020, la tasa de ahorro personal era equivalente al 7.2% del ingreso personal disponible, pero ya para abril (en plena pandemia) había pasado a representar el 32%, manteniéndose en niveles de más de dos dígitos hasta abril de 2021. Desde entonces se inició un proceso de reducción de la tasa de ahorro personal.
Hamza Abdelrahman y Luiz Edgard Oliveira, economistas de la Reserva Federal de San Francisco, estimaron que el exceso de ahorro a nivel agregado alcanzó un máximo de $2,1 billones en agosto de 2021 y se agotaron constantemente durante los siguientes dos años y medio. Según los economistas, los hogares estadounidenses redujeron su exceso de ahorro a un ritmo promedio de 70 mil millones de dólares por mes desde septiembre de 2021, observando un máximo de alrededor de 85 mil millones de dólares por mes desde el otoño pasado.
Para marzo de este año los economistas citados estimaban que el exceso de ahorro había caído por debajo de cero, estimándolo en torno a los 72 mil millones de dólares.
El exceso de ahorro que se acumuló en los Estados Unidos entre 2020 y 2021 fue uno de los factores que aseguró el buen desempeño económico de ese país ya que ayudó a mantener niveles sólidos de gasto en consumo de las familias. A pesar de las altas tasas de interés y las elevadas tasas de inflación, disponer de importantes ahorros permitió que la demanda de bienes y servicios de los hogares estadounidenses se mantuviera fuerte.
La caída del exceso de ahorro por debajo de cero llevó a Abdelrahman y Oliveira a preguntarse ¿Qué significa esto para el futuro de los hogares estadounidenses y el gasto de los consumidores?
Reconocen que no solo la acumulación de ahorro durante la pandemia ayudó a mantener niveles de gasto sólidos, sino que hay que agregar otros factores como la solidez del mercado laboral de ese país. La tasa de desempleo ha caído a mínimos casi históricos y los niveles de empleo están en su punto más alto de todos los tiempos. De igual manera, los salarios han crecido más allá de los promedios históricos.
Sin embargo, el dato aportado por la Oficina de Análisis Económico, conocida como BEA por su sigla en inglés, el 30 de mayo pasado, en el sentido de que la el Producto Interior Bruto (PIB) de Estados Unidos creció en el primer trimestre de este año a una tasa trimestral anualizada del 1,3%, muy por debajo del nivel que se esperaba, debe ser asumido con preocupación ya que representa un brusco frenazo con relación al crecimiento del último trimestre del año pasado, que fue de 3.4%.
Según la BEA, la reducción del crecimiento está asociada a las desaceleraciones en el gasto de los consumidores, las exportaciones y el gasto de los gobiernos estatales y locales y a una desaceleración en el gasto del gobierno. El consumo de los hogares representa casi el 70% del PIB, de manera que una caída del gasto de los consumidores muy bien pudiera estar asociado a la referida desaceleración del crecimiento de la economía.
Es importante prestar atención a esa situación, pues un enfriamiento de economía norteamericana tiene un efecto significativo en la economía dominicana. Estados Unidos es nuestro principal socio comercial e inversor. Cuando la economía de ese país experimenta una desaceleración, las exportaciones dominicanas tienden a reducirse debido a una menor demanda de bienes y servicios por parte de los consumidores estadounidenses. Asimismo, tenderá a incidir en los niveles de las remesas.
(Publicado originalmente en el periódico Hoy)