La técnica del tapial, tierra sin cocer compactada y artesonada en capas.
AFP París, Francia
La construcción en adobe interesa cada vez más a los arquitectos, pues este material ancestral reduce las emisiones de CO2 y resiste mejor a las altas temperaturas, aunque conlleva importantes inconvenientes.
La técnica del tapial, tierra sin cocer compactada y artesonada en capas, se usa desde hace siglos en edificaciones muy diversas, desde la Alhambra de Granada en la España de Al-Ándalus a la Iglesia de la Reconciliación de Berlín en 2001, pasando por la ciudad saudí de Dariya, cerca de Riad.
Un tercio de la humanidad, esto es, 2.000 millones de personas, en 150 países, habitan una vivienda fabricada con tierra, según Hugo Houben y Hubert Guillaud, autores de la obra de referencia «Tratado de construcción en tierra» (2006, reeditado).
«La vuelta del adobe en la construcción se basa en una constatación: un kilo de cemento emite un kilo de CO2, mientras que un kilo de adobe tiene cero emisión», analiza Xavier Chateau, director de investigación de Ciencias de los materiales en el laboratorio Navier (CNRS-Escuela Nacional de Puentes y Carreteras de Francia).
– Peligro de hundimiento –
Además de no requerir cocción, como ocurre con el cemento, la tierra es un recurso local que ofrece una muy buena inercia térmica, regulando naturalmente la tasa de humedad, y es reciclable al 100%, señalan sus defensores.
Por ello, podría ser de gran ayuda para enfrentar el enorme desafío del cambio climático.
«Si lográramos bajar en un 25% el volumen de cemento consumido en el mundo, sería como suprimir el impacto sobre el clima de todo el trasporte en avión», calcula Chateau.
Pero la tierra tiene también sus inconvenientes.
Los edificios deben ser protegidos de las intemperies y la humedad, dado que la estructura de las construcciones es frágil y los hundimientos, frecuentes.
Algunos agregan un adyuvante, como cemento, cal, escoria de acero (residuo de alto horno) o productos de origen biológico (paja o cáñamo), para «estabilizar» la tierra, hacerla hidrofóbica y un poco más resistente.
El gigante de los materiales francés Saint Gobain incluso ha lanzado un experimento con hormigones de tierra, combinando tierra excavada de obras de construcción, residuos de la industria siderúrgica y cáñamo.
– «Genial sobre el papel» –
Ese tipo de iniciativa vista como una herejía por los puristas.
«No es para nada el mismo material», dice a la AFP Paul Emmanuel Loiret, arquitecto que preside «La Fabrique» en Sevran (al noreste de París), una factoría que produce bloques de tierra comprimida a partir del material excavado en obras de la región parisina.
Loiret apunta que la legislación europea «impone tener materiales entre 10 y 20 veces más resistentes de lo necesario» y urge a actuar para «descarbonizar completa y rápidamente» la construcción.
«En África, en Burkina Faso o en Malaui, se ha convertido en una habilidad artesanal estabilizar el adobe con cemento en la base del edificio para resolver el problema del agua», replica Chateau.
El científico enumera los peros del adobe: «es un material natural, variable según el lugar de donde se extraiga, por lo que no tendrá propiedades constantes en el tiempo», advierte.
«El adobe es un material genial sobre el papel, pero apenas hay personal» que sepa usarlo y su adopción eventual deberá ser a gran escala, pues las pruebas de las propiedades del material serán caras, sostiene.