Según la FAO, unos 700 millones de personas pueden verse obligadas a huir de sus lugares de residencia entre 2020 y 2030 por efecto de las sequías
Madrid | EFE
Este martes 23 de agosto dio comienzo la Semana Mundial del Agua en Estocolmo, una cita en la que representantes de todo el mundo intentarán buscar nuevas formas de gestionar este recurso cada vez más escaso y abordar los desafíos del planeta alrededor de él, como la pobreza, la seguridad alimentaria, la salud, la pérdida de biodiversidad o el cambio climático.
Así, bajo el lema marcado por Naciones Unidas «Ver lo invisible: el valor del agua», del 23 de agosto al 1 de septiembre tendrá lugar en la capital sueca un programa de ponencias y mesas redondas adaptadas a diferentes zonas horarias que podrán seguirse online.
Uno de los temas a tratar será el cambio climático, uno de los desafíos más graves, y cuyos efectos tienen que ver con la disponibilidad de agua en el planeta y sus restricciones al consumo en algunas zonas, como España.
En este marco internacional, AUARA, que destina el 100 % de sus dividendos a proveer de acceso al agua potable a comunidades que carecen de ella, según un comunicado de la empresa, ha recopilado una lista con datos relevantes para «visibilizar la importancia» de este recurso natural limitado y «tomar conciencia de su valor».
Según los datos de la empresa:
– En la superficie terrestre existen 35 millones de kilómetros cúbicos (km3) de agua dulce, aunque menos del 1 % está disponible para el consumo humano, el resto está congelada en los polos y glaciares o en acuíferos subterráneos.
– Al año se consume el 54 % del total del agua dulce disponible en el mundo.
– Según la Unesco, se prevé que la demanda se triplique ante el aumento de población mundial, hasta los 12.000 millones de habitantes para mediados de este siglo.
– Según datos de Geólogos del Mundo de 2017, son 110.000 km3 de agua los que caen en forma de precipitaciones, de los que 40.000 km3 sirven para renovar los ríos, mares y océanos del mundo, y 70.000 km3 se evaporan, unos datos globales reducidos en los últimos años por las sequías persistentes, según un estudio de Nature Geoscience.
– La península Ibérica está viviendo la mayor sequía en los últimos 1.200 años, e Italia, la peor en 70 años, según el mismo estudio.
– El consumo medio de agua por habitante al año a nivel mundial es de 660 metros cúbicos (m3), siendo Estados Unidos, con 1.800 m3 por habitante al año, el que más consume el recurso, frente a los 10 m3/hab/año en la República Democrática del Congo.
– El continente con mayor consumo es Asia, con más de 2.000 kilómetros cúbicos (Km3) al año, seguida por América del Norte, con 750 Km3/año, Europa, con 500 Km3/año, África y América del Sur, con 250 Km3/año y 200 Km3/año, respectivamente.
– Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la cantidad de agua diaria de la que debe disponer una persona es de entre 50 y 100 litros, y de 15 litros en tiempos de crisis.
– 55 millones de personas se ven afectadas cada año por sequías, que ponen en riesgo la supervivencia del ganado y los cultivos, ocasionando hambre, miseria, enfermedades y migraciones masivas, según la OMS.
– Según la FAO, unos 700 millones de personas pueden verse obligadas a huir de sus lugares de residencia entre 2020 y 2030 por efecto de las sequías.
– El 60 % de los recursos hídricos de todo el planeta se concentra en tan solo 10 países.
– El 12 % de la población mundial consume el 85 % de los recursos renovables, mientras el 40 % de la población mundial concentrada en 80 países sufre escasez de agua.
– Según Unicef, 750 millones de personas en todo el mundo carecen de acceso directo al agua potable, a la que acceden tras largas caminatas, carencia que afecta en especial a mujeres y a 18 millones de niñas, las cuales abandonan la escuela para realizar esta tarea.
– Al año, 1,8 millones de personas mueren por enfermedades diarreicas relacionadas con la falta de acceso a agua potable, saneamiento e higiene, factores por los que cada día mueren más de 1.000 niños de acuerdo a datos de Unicef.
AUARA afirma que es necesario «asumir la propia responsabilidad» para cuidar el agua y «contribuir a garantizar su sostenibilidad, por el bien del planeta y de las futuras generaciones».